Cuando nuestra cachorra mestiza, Zeta, tenía más o menos 5 meses, la llevamos a realizar un curso en la escuela de cachorros que impartía Mónica, la experiencia fue muy constructiva y aprendimos muchas pautas de comportamiento gracias a su mano con los animales, a su profesionalidad y a la infinita paciencia que demuestra con sus dueños.
La educación en positivo nos ayudó tanto a nosotros como a Zeta y a que hoy en día, nuestra perrilla sea admirada por todos allá donde va, que esté totalmente socializada con animales y humanos y que sus patrones de comportamiento sean de tranquilidad, sin traumas de ningún tipo y con una vida plena y feliz.
Con deciros que muchas veces nuestros amigos nos traen a casa a sus mascotas con algún problemilla sólo para que puedan jugar con Zeta y estén un rato felices.
Incluso os diré que en el barrio donde vivimos, hay perros problemáticos a los que sólo sueltan para que jueguen con Zeta.
Estamos convencidos que las semanas que pasamos en las clases fueron vitales para Zeta. Y ella, ahora, es la mejor muestra de ello. ¡Gracias por todo!